LIBROS PARA ENTRETENER Y PENSAR

Para descubrir el sentido de tu vida, necesitas consultar a tu propia conciencia, desestimar todo lo que oscurezca tu libre visión y dejarte abrazar por la idea de que tu bien depende del bien de todos. Será entonces cuando percibirás un destello de la luz que necesitas hasta llegar a comprender que la libertad, a la que aspiras se alimenta del amor universal. “Ama y haz lo que quieras” es la consigna que se tomó para sí mismo San Agustín, un hombre que amó mucho en todos los órdenes de la vida terrena hasta que descubrió aquello de que “nos creaste, Señor, para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que no descansa en Ti”.

sábado, 5 de noviembre de 2022

Antes y después de 2112

 Ante  la consideración de lo que está sucediendo y puede ocurrir en un Mundo tan condicionado por la progresiva globalización de venturas y desventuras humanas, el relato nació en la mente de un octogenario, que  escribe al hilo de los mejores deseos para sus nietos y alguna otra generación que venga detrás, siempre procurando no salir de la esfera de lo posible, cual es la venturosa eventualidad de que ya estemos viviendo en la tercera y definitiva etapa de la Historia de la Humanidad.

Confiesa el relator que eso de la tercera y definitiva etapa de la Historia de la Humanidad es, en buena parte, una idea copiada de lo escrito en el siglo XII de nuestra Era por el beato Joaquín de Fiore (1135-1202), un piadoso personaje que, por un misterioso privilegio y a través de la niebla de las limitaciones humanas, vio lo que había de ocurrir siglos después de su paso por la Tierra. Al respecto, no faltan estudiosos de la Historia que aprecian claro paralelismo entre lo relatado por ese beatificado monje y la interpretación que, según la Biblia, el profeta Daniel hizo de aquel famoso sueño de Nabucodonosor:

¿Podrás tú hacerme entender el sueño que vi, y su interpretación? Daniel respondió delante del rey, y dijo: El misterio que el rey demanda, ni sabios, ni astrólogos, ni magos, ni adivinos lo pueden enseñar al rey. Mas hay un Dios en el cielo, el cual revela los misterios, y Él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros días. Tu sueño, y las visiones de tu cabeza sobre tu cama, es esto: Estando tú, oh rey, en tu cama subieron tus pensamientos por saber lo que había de suceder en lo por venir; y el que revela los misterios te mostró lo que ha de suceder. Y a mí me ha sido revelado este misterio, no porque en mí haya más sabiduría que en todos los vivientes, sino por aquellos que debían hacer saber al rey la interpretación, y para que tú entendieses los pensamientos de tu corazón. Tú, oh rey, veías, y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible. La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce; sus piernas de hierro; sus pies, en parte de hierro, y en parte de barro cocido. Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, la cual hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. Entonces fue también desmenuzado el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y se tornaron como tamo de las eras del verano; y los levantó el viento, y nunca más se les halló lugar. Mas la piedra que hirió a la imagen, vino a ser una gran montaña, que llenó toda la tierra. Éste es el sueño; también la interpretación de él diremos en presencia del rey. Tú, oh rey, eres rey de reyes; porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fortaleza y majestad. Y todo lo que habitan los hijos de los hombres, bestias del campo y aves
del cielo, Él los ha entregado en tu mano, y te ha dado dominio, sobre todo; tú eres aquella cabeza de oro. Y después de ti se levantará otro reino menor que tú; y otro tercer reino de bronce, el cual dominará sobre toda la tierra. Y el cuarto reino será fuerte como hierro; y como el hierro desmenuza y pulveriza todas las cosas, y como el hierro que quebranta todas estas cosas, desmenuzará y quebrantará. Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero, y en parte de hierro, el reino será dividido; mas habrá en él algo de fortaleza de hierro, según que viste el hierro mezclado con el barro cocido. Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro, y en parte de barro cocido, en parte será el reino fuerte, y en parte será frágil. En cuanto a lo que viste, el hierro mezclado con el barro, se mezclarán por medio de simiente humana, mas no se unirán el uno con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro.

Y en los días de estos reyes, el Dios del cielo levantará un Reino que jamás será destruido, y este reino no será dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, y él permanecerá para siempre. De la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con manos, la cual desmenuzó al hierro, al bronce, al barro, a la plata, y al oro; el gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación. (Dan. 2, 26-45)

Para el citado beato Joaquín de Fiore, el Reino que jamás será destruido, no pudo ser otro que el Reino de Dios, percibido por los hombres y mujeres de buena voluntad y desarrollado en la Historia en lo que él tres sucesivas épocas: la Época del Padre que fue desde Abraham hasta Jesucristo, la Época del Hijo, iniciada por este mismo, es decir por Jesucristo, y prolongada en el tiempo necesario para poder ser tenida en cuenta por una apreciable parte de la Humanidad y la Época del Espíritu Santo, que enlaza con la Época del Hijo y que, hasta el fin de los tiempos, se ocupa de iluminar nuestra inteligencia para que caminemos hacia la Verdad todos y cada uno de nosotros, es decir la multitud de seres humanos que poblamos el ancho mundo, desde las más populosas ciudades hasta el más escondido rincón.

Los católicos creemos que, a Juan, el discípulo amado de Cristo Jesús, le llegó el adelanto de una realidad que, de forma simbólica, nos dejó descrita de la siguiente manera:

Y vi un cielo y una tierra nuevos; porque el primer cielo y la primera tierra habían pasado, y el mar no existía ya más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, dispuesta como una novia ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y Él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos, y será su Dios. Y enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. Y me dijo: Hecho es. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré de la fuente del agua de vida gratuitamente. El que venciere, heredará todas las cosas; y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Y el material de su muro era de jaspe; y la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio; y los fundamentos del muro de la ciudad estaban adornados de toda piedra preciosa. El primer fundamento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, calcedonia; el cuarto, esmeralda; el quinto, ónice; el sexto, sardio; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisoprasa; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista. Y las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era de una perla. Y la plaza de la ciudad era de oro puro, como vidrio transparente. Y no vi templo en ella; porque el Señor Dios Todopoderoso y el Cordero son el templo de ella. Y la ciudad no tenía necesidad de sol ni de luna para que resplandezcan en ella; porque la gloria de Dios la iluminaba, y el Cordero es su luz. Y las naciones de los que hubieren sido salvos andarán en la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella. Y sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche. Y traerán la gloria y la honra de las naciones a ella. Y no entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación o mentira; sino sólo aquellos que están escritos en el libro de la vida del Cordero Y me mostró un río puro de agua de vida, límpido como el cristal, que provenía del trono de Dios y del Cordero. En el medio de la calle de ella, y de uno y de otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que lleva doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán; y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. Y allí no habrá más noche; y no tienen necesidad de lámpara, ni de luz de sol, porque el Señor Dios los alumbrará; y reinarán por siempre jamás. Y me mostró un río puro de agua de vida, límpido como el cristal, que provenía del trono de Dios y del Cordero. En el medio de la calle de ella, y de uno y de otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que lleva doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán; y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. Y allí no habrá más noche; y no tienen necesidad de lámpara, ni de luz de sol, porque el Señor Dios los alumbrará; y reinarán por siempre jamás. Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor Dios de los santos profetas ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben acontecer en breve. He aquí, yo vengo pronto. Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro. Y yo Juan vi y oí estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas. Y él me dijo: Mira que no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios. Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca. El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es sucio, ensúciese todavía; y el que es justo, sea justo todavía; y el que es santo, santifíquese todavía. Y he aquí, yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según fuere su obra. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el postrero. Bienaventurados los que guardan sus mandamientos, para tener derecho al árbol de la vida, y poder entrar por las puertas en la ciudad. Mas los perros estarán afuera, y los hechiceros, y los disolutos, y los homicidas, y los idólatras, y cualquiera que ama y hace mentira. Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, y la estrella resplandeciente de la mañana. Y el Espíritu y la esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiere, tome del agua de la vida gratuitamente. Porque yo testifico a cualquiera que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios añadirá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad, y de las cosas que están escritas en este libro. El que da testimonio de estas cosas, dice: Ciertamente vengo en breve. Amén, así sea. Ven: Señor Jesús. a gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén. (Ap. 21, 1-27; 22, 1-21)

No sin prestar credibilidad a lo que antecede y tomar en consideración a lo que se dice en parte de  capítulos que componen este relato, el avispado lector puede muy bien prepararse para un futuro del que ya se perciben algunos indicios.

REHAGAMOS ESPAÑA

 

      Con no menor fervor que los fieles concedemos a la Religión Católica, no pocos españoles otorgan al Socialismo el papel de principal apoyo de la Democracia. Nada que objetar siempre que la Democracia y el propio Socialismo no sean elevados al rango de una Religión que aspirase al absoluto dominio de las conciencias hacia un más allá de este Mundo.

Cabe esta puntualización porque a la vista está que cierto socialismo y algunas otras ideologías van bastante más allá que una convencional teoría política, que no habría de aspirar a más que la de ser reconocido como “arte arquitectónico de la Sociedad, como habría dicho Aristóteles, dejando para las religiones el referido moldeo de la conciencia de las personas.  

Por efectos de la fuerte y sistemáticamente urdida propaganda, para millones de personas, ese socialismo representa lo más importante de sus vidas, diríase que una religión y, puesto que los correspondientes ideólogos no aceptan ni trasmiten más verdades absolutas  que la de  que  no hay más realidad que lo material  y que, no siendo nosotros mismos más que una pequeña parte de la conciencia colectiva de esa “única realidad material”,  resulta harto discutible lo de apelar a la responsabilidad personal  tal como, por ejemplo, se empeñan  los voceros de la moral católica.

Cierto que, para ampliar su círculo de influencia, no falta quien atribuye al Socialismo inspiraciones no materialistas; ello sin desechar la “dogmática” raíz materialista. No puede ser de otra forma en cuanto casi todos los teorizantes socialistas coinciden en atribuirle a Carlos Marx, el materialista per se, la privilegiada paternidad de una  ideología o religión (según se mire) tan “concienzudamente”  materialista que, al analizarla en sus premisas fundamentales, no podemos menos de hablar de un extraño fenómeno ideal-materialista.

 Ya en el último tercio del siglo XIX se llamó a la herencia intelectual de Carlos Marx Socialismo Científico como contraposición a cualquier utopía social de la época. Lo de Marx era toda una concepción del Universo frente a simples proclamas  o programas de acción sobre tal o cual acontecimiento o fenómeno puntual en que se habían hecho o se hacían fuertes otros socialistas.

 Aun hoy, desde las filas socialistas, se resisten a poner en tela de juicio cualquiera de los postulados básicos de una doctrina, la marxista, que, en frase del polifacético Roger Garaudy, “ha llenado la cabeza y el corazón de millones de hombres y de mujeres”.

 Si aquello de “socialistas antes que marxistas”, que pronunciara Felipe González en el llamado “Congreso de reafirmación socialista” (Sept. 1979), pretendía abrir consecuentes caminos hacia  la formulación de una nueva “metafísica”, “ética” o “lógica” socialista por parte de los más ilustrados del Partido... , en la práctica, no ha logrado más que poner en evidencia un hecho incuestionable:  a un socialismo sin Marx le falta “carácter académico”, sobre todo si se alimenta de resistencia a los valores cristianos; a lo sumo, puede presentarse como un “materialista” programa de las reivindicaciones habituales en cualquier oposición o un catálogo de promesas de acción política. No sirve como doctrina que llene la cabeza y corazón de todos y, como diría el propio Marx, está condenado a pasar al Museo de Antigüedades.

 El Marxismo, que se llamó Socialismo Científico o, al amparo de la propaganda  soviética, Socialismo Real, es una doctrina que pretendía y aún pretende dar razón de todo: presume ser la heredera y síntesis de la Ilustración y la imprescindible guía en el  camino hacia la plenitud de los tiempos. Todo ello como si la principal diferencia entre los diversos partidos socialistas fuera simple cuestión de estrategia política y, después del rotundo fracaso de sus grandes expresiones (Materialismo Histórico-dialéctico, Repúblicas Populares, Dictaduras del Proletariado, Capitalismo de Estado, etc, etc. ) siguiera más viva que nunca la rotunda afirmación de Lenin:

La doctrina de Marx es omnipotente porque es exacta. Es completa y armónica, dando a los hombres una concepción del mundo íntegra, irreconciliable con toda superstición, con toda reacción y con toda defensa de la opresión burguesa. Es la legítima heredera de lo mejor que creó la humanidad en el siglo XIX bajo la forma de  Filosofía Alemana, Economía Política Inglesa y Socialismo Francés”.

Se nos dirá que el socialismo del siglo XXI es más político que ideológico y que, por lo tanto, se aplica a encauzar  la “realidad social” en lugar de perderse por  sofisticados laberintos de “viejas” ideas ¿no es por ese camino como ha logrado hacer socialista a la mitad de España?

Al respecto, conviene tener en cuenta que  la mayoría de los que, actualmente, se presentan a sí mismos como comunistas no dejan de intentar hacer ver que lo suyo, en cuanto marxista, no deja de ser un socialismo en estado puro.

El que esto escribe cree llegado el momento de preguntar… ¿han redundado las experiencias del socialismo en sus diversas versiones en beneficio de los españoles, incluidos los millones que se consideran a sí mismos socialistas? ¿no será que todo el aparato de presión política y propaganda se ha basado en un deliberado desconocimiento de la genuina realidad en la que nos movemos todos y que, por lo que nos toca, hemos de tratar de apreciar tal cual es?

Reconozcámoslo: para todos y cada uno de nosotros, es de vital importancia la certera respuesta a cuestiones al estilo de ¿quién soy? ¿de dónde vengo? ¿a dónde voy? ¿qué puedo hacer para darle sentido a mi propia vida? ¿me hace más feliz el desoír  la más acuciante y limpia voz de mi propia conciencia?  ¿es la materia el principio y fin de todo?

Si acertamos con las debidas respuestas, bueno habrá sido el tiempo concedido a compartir o rebatir las referencias históricas, transcripciones y subsiguientes  reflexiones, las cuales, en razón del carácter que otorgamos a la doctrina socialista, nos lleva a bucear en la historia a la búsqueda y tropiezo con las raíces de un fenómeno “que llena la cabeza y el corazón de millones de personas”.